Aunque no lo entendí hasta
pasados unos cuantos años, aquella
obsesión que tenía la maestra me afectó más de lo que yo creía; escribir con la
derecha era lo normal y yo eso no lo hacía ¿Qué más da con qué mano escribir,
si la letra es bonita y clara? Era lo que quizás mi pequeña cabecita de cinco
años se preguntaba. El caso es que ya había aprendido en el curso anterior, o
mal aprendido, y usaba ágilmente mi siniestra mano con total libertad. Que
felicidad. Pero con aquella maestra llamada Teresa, todo cambió. La
recuerdo muy bien, aun hoy conservo su cara, está intacta en mi
memoria, como también sus métodos educativos. Cuando mi mano izquierda inmovilizada, amarrada en la
silla y sujeta con el cinto del “babi”
de rayas azules; entre mis muñecas y el respaldar del asiento, así estudiaba. Cruel.
Cierto. Antes de llegar a ese extremo, había usado el método también habitual
del toque; mi cabeza tocaba el pupitre una vez, dos o saber cuantas para que dejara de escribir con la zurda; descargar su
mano en la coronilla fue inútil. Toque, toque y retoque hoy y mañana pero no lo consiguió; y mi obstinación más la inesperada
tartamudez surgieron como ángel salvador, junto al médico y la siempre atenta
mirada de mi madre hicieron posible que la educadora dejara tranquila
mi cabeza y mi mano. Se prohibió
tajantemente que me obligaran a escribir con la mano que mi cerebro no quería usar, con el resultado d de mi tan aferrada condición de zurda, mocha, siniestra.
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1 comentario:
zurda o diestra, lo importante es lo que se escribe, todo aquello que se quiere decir...escribir es hablar y exponer, que más da la mano o el utensilio con el que se escribe....
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