01 noviembre 2014

IZQUIERDA PERO SIN POLÍTICA.


Aunque no lo entendí hasta pasados unos cuantos  años, aquella obsesión que tenía la maestra me afectó más de lo que yo creía; escribir con la derecha era lo normal y yo eso no lo hacía ¿Qué más da con qué mano escribir, si la letra es bonita y clara? Era lo que quizás mi pequeña cabecita de cinco años se preguntaba. El caso es que ya había aprendido en el curso anterior, o mal aprendido, y usaba ágilmente mi siniestra mano con total libertad. Que felicidad. Pero con aquella maestra llamada Teresa, todo cambió. La recuerdo  muy bien,  aun hoy conservo su cara, está intacta en mi memoria, como también sus métodos educativos. Cuando mi  mano izquierda inmovilizada, amarrada en la silla y sujeta con el cinto del  “babi” de rayas azules; entre mis muñecas y el respaldar del asiento, así estudiaba. Cruel. Cierto. Antes de llegar a ese extremo, había usado el método también habitual del toque; mi cabeza tocaba el pupitre una vez, dos o saber cuantas para que dejara de escribir con la zurda; descargar su mano en la coronilla fue inútil. Toque, toque y retoque hoy y mañana  pero no lo consiguió; y mi obstinación más la inesperada tartamudez surgieron como ángel salvador, junto al médico y la siempre atenta mirada de mi madre hicieron posible que la educadora dejara tranquila mi cabeza y mi mano. Se  prohibió tajantemente que me obligaran a escribir con la mano que mi cerebro no quería usar, con el resultado d de mi  tan aferrada condición de zurda, mocha, siniestra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

zurda o diestra, lo importante es lo que se escribe, todo aquello que se quiere decir...escribir es hablar y exponer, que más da la mano o el utensilio con el que se escribe....